viernes, 3 de abril de 2009

Preguntas existenciales ... El vacío existencial... La búsqueda


¿Qué buscáis y por qué buscáis? Si entráis en ello a fondo, hallaréis que estáis descontentos de las cosas como están, y queréis algo nuevo. Y lo nuevo tiene que ser siempre satisfactorio, consolador, tranquilizante, seguro. Las personas llamadas religiosas buscan a Dios. Por lo menos ellas así lo dicen. Pero la busca implica seguramente algo que habéis perdido, algo que habéis conocido y que queréis recobrar. ¿Cómo podéis buscar a Dios? No sabéis nada sobre Dios, excepto lo que se os ha dicho, que es propaganda. La iglesia sigue por la propaganda, y los comunistas también. Pero no sabéis nada sobre Dios; y para descubrir tenéis primero que negar totalmente, dejar de lado toda forma de propaganda, todos los engaños que las iglesias y otros han urdido.

Así pues, para que se produzca la completa mutación en la conciencia, tenéis que rechazar el análisis y la búsqueda, no estar más bajo ninguna influencia, lo cual es enormemente difícil. La mente, viendo lo que es falso, lo ha dejado de lado por completo, sin saber qué es verdadero. Si ya conocéis lo verdadero, entonces estáis meramente cambiando lo que consideráis falso por lo que imagináis verdadero. No hay renunciación si sabéis lo que vais a recibir a cambio. Sólo hay renunciación cuando dejáis algo sin saber lo que va a pasar. Ese estado de negación es completamente necesario. Os ruego sigáis esto con cuidado, porque, si habéis llegado hasta aquí, veréis que en ese estado de negación descubrís lo que es verdadero; porque la negación consiste en vaciar la conciencia de lo conocido.

Después de todo, la conciencia se basa en el conocimiento, la experiencia, la herencia racial, la memoria, en las cosas que uno ha experimentado. Las experiencias siempre son del pasado, actuando sobre el presente, son modificadas por el presente y continúan en el futuro. Todo eso es la conciencia, el vasto depósito de siglos. Tiene su utilidad solamente en el vivir mecánico. Sería absurdo negar todo el conocimiento científico adquirido a lo largo del dilatado pasado. Pero para producir una mutación en la conciencia, una revolución en toda esta estructura, tiene que haber vacío completo. Y ese vacío únicamente es posible cuando hay descubrimiento, cuando de hecho se ve qué es falso. Entonces veréis, si habéis llegado hasta ahí, que el vacío mismo produce una revolución completa en la conciencia; se ha realizado.

Como sabéis, muchos de nosotros tenemos miedo, nos espanta estar solos. Siempre queremos una mano en qué apoyarnos, una idea a que asirnos, un Dios que adorar. Nunca estamos solos. En nuestro cuarto, en un ómnibus, tenemos la compañía de nuestros pensamientos, de nuestras ocupaciones; y cuando estamos con otras personas, nos adaptamos al grupo, a la compañía. Realmente nunca estamos solos, y para la mayoría de las personas, sólo pensar en ello es espantoso. Mas la mente, el cerebro que están completamente solos, vacíos de toda exigencia, de toda forma de ajuste, de toda influencia, vaciados por completo, sólo una mente así descubre que ese mismo vacío es mutación.

Os aseguro que todo nace de lo vacío; todo lo nuevo surge de esta vasta, inconmensurable, insondable sensación de vacuidad. Esto no es romanticismo, no es una idea, no es una imagen, no es una ilusión. Cuando negáis por completo lo falso sin saber lo que es verdadero, entonces hay una mutación en la conciencia, una revolución, una transformación total. Acaso entonces ya no exista la conciencia tal corno la conocemos, sino algo enteramente distinto; esa conciencia, ese estado, puede vivir en este mundo, porque no estamos negando el conocimiento mecánico. De modo que, si habéis penetrado en ello, ahí está.

Pero la mayoría de nosotros queremos un cambio que es sólo una continuidad modificada. En eso no hay nada nuevo. En eso no hay mente fresca, joven. Y sólo la mente fresca, inocente, joven, es la que puede descubrir lo que es verdadero; y sólo a una mente así, libre de lo conocido, puede llegar lo Innombrable, lo Incognoscible.

Dl libro "El estado creativo de la mente"
Krisnhamurti.

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